Hace unos días unos amigos veterinarios nos informaban del siguiente debate (si es que se puede denominar así a lo que ocurrió en el medio en cuestión):

http://www.europafm.com/programas/ponte-a-prueba/audios-podcast/deben-asumir-los-veterinarios-los-gastos-de-un-perro-abandonado_201612075848462d0cf27663e10fb7f9.html

Sin entrar a valorar las formas ni el rigor periodístico, que brillaron por su ausencia, y teniendo en cuenta que se trata de un programa que hace de la mofa su razón de ser (todo sea por subir puestos en el ranking de audiencia), centrémonos en el tema que se cuestionaba: ¿deben asumir los veterinarios los gastos de los animales abandonados? Algo que más de uno seguro se plantea a menudo.

 

 Pero, ¿es que acaso hay quien piensa que los veterinarios son entes interplanetarios que levitan por encima del ciudadano medio?; una profesión benévola y solidaria por naturaleza, un extraño colectivo dispuesto, no ya a no cobrar sus honorarios por el trabajo realizado, como cualquier hijo de vecino, si no a acarrear con los gastos generados por la atención clínica de todo animal abandonado (más de 200.000 perros y gatos en Espala el pasado año), extraviado, o cuyo propietario ande justo de dinerillo (¡quien no lo está con la que está cayendo¡).

El juramento hipocrático del veterinario habla de muchas cosas, de obligaciones y de valores que deben ostentar como guardianes de la salud pública (entre otros) que son; pero de ahí a verse uno obligado a ejercer diariamente el voluntariado...hay un largo trecho; un trecho que unos deciden recorrer (hay numerosas ONG de veterinarios se lo aseguro, basta una simple búsqueda en Google) y otros no, como todas las personas, como todos los profesionales; ¿o es que el veterinario tiene menos derecho que otros a decidir si quiere (o puede permitirse) o no ser solidario? ¿O en qué medida quiere serlo, en que situaciones y con quién?

En la siguiente noticia se desglosa a la perfección todos los gastos de una clínica veterinaria: http://blogs.diariovasco.com/mascotas/2013/01/30/cuanto-cuesta-el-servicio-de-un-veterinario/ Parece mentira que se tenga que justificar el coste de un servicio veterinario de esta forma, pero, en realidad, gran parte de la sociedad desconoce todo lo que implica tener una clínica veterinaria en marcha. Y, lo que es aún más grave, hay quien se permite valorar la ética del profesional veterinario en función exclusivamente de si cobra o no la atención médica a un animal abandonado, o a una persona que no puede permitirse correr con el gasto que conlleva tener una mascota.

Como todo en esta vida, existen diferentes opciones y alternativas, que estamos seguros que el veterinario clínico traslada a las personas que tienen dificultad para abonar un servicio prestado; dependiendo de su valoración personal, de la situación en concreto de la que se trate. Pero, resumir todo a la cuestión de “si no ayudas a un animal moribundo de forma altruista es que no tienes vocación”, no es más que PURA DEMAGOGIA.

A lo mejor es que hay quien no sabe, ni siquiera sospecha, que los veterinarios, además de no ser cooperantes por obligación, no son todos anti taurinos, ni vegetarianos y que los hay que trabajan en plazas de toros, en explotaciones ganaderas, en mataderos... y que gracias a ellos (a estos últimos) podemos confiar en que la carne que ponemos en nuestras mesas, que ofrecemos a nuestros hijos, es segura y de calidad.

Igual tampoco se comprende que a más de un veterinario le guste un buen solomillo, por no hablar del jamón, se lo crean o no...

En definitiva, creemos es un derecho fundamental dejar que cada cual ejerza la solidaridad en la medida que quiera o pueda. Lo que sí está claro, es que sobre la profesión veterinaria en España hay mucho por dar a conocer y que la imagen del veterinario debe potenciarse. En este sentido el Consejo General de Colegios Veterinarios iniciaba el pasado mes de noviembre una campaña de difusión de la profesión dirigida al conjunto de la sociedad: http://www.colvet.es/node/2065

Esperamos surta efecto…

Definición de “profesión” de la RAE: “empleo, facultad u oficio que alguien ejerce y por el que percibe una retribución”.