La situación sanitaria compromete la cofinanciación de los programas de control de esta enfermedad por parte de la UE y lo que es peor aún, pone en serio riesgo las exportaciones españolas.
Así se ha puesto de manifiesto durante una reunión celebrada este miércoles día 19 de octubre en Mérida, organizada por la empresa de salud animal Zoetis y la Junta de Extremadura, y que gha reunido a cerca de 350 profesionales entre ganaderos, veterinarios y representantes de administraciones públicas y universidades.
Bajo el título “Tuberculosis en ganado bovino: situación, perspectivas e impacto de las especies cinegéticas”, el objetivo ha sido acercar posturas y buscar soluciones eficaces para controlar el avance de la tuberculosis en la región.
La consejera de Medio Ambiente y Rural, Políticas Agrarias y Territorio de la Junta de Extremadura, Begoña García, ha defendido la gestión lleva a cabo por la Junta, apoyándose en la evolución positiva de las cifras de prevalencia y destacando el incremento notable de los presupuestos destinados a los programas sanitarios e indemnizaciones, ayudas a la repoblación de explotaciones con vacío sanitario y a la creación de cebaderos comunitarios, primando las explotaciones afectadas.
Sin embargo no pece ser suficiente: así lo demuestra el mapeado comunitario de prevalencia para esta enfermedad, en el que destacan como zonas “calientes” el Sur de España (con un incremento sostenido de los casos detectados desde 2014), Reino Unido y parte de Irlanda. De hecho España, Irlanda, Italia, Portugal, Reino Unido y Austria son los únicos países de la UE que tienen en la actualidad programas de erradicación de tuberculosis aprobados y cofinanciados por la Unión Europea en 2016 con una partida de 62.756.000 €.
Y o nos ponemos las pilas o está claro que nos jugamos esta dotación comunitaria. El objetivo está claro: reducir la presencia de la enfermedad hasta situar la misma por debajo del 2% en 2020, del 1% en 2025, e inferior al 0,1% en 2030. Para ello, tal y como se puso de manifiesto, el sector tiene que ser capaz de comprometerse a todos los niveles con el cumplimiento estricto del Plan Nacional de Erradicación de la tuberculosis, cuestionado por parte de veterinarios y ganaderos ante la puesta en duda de la fiabilidad de las pruebas diagnósticas y la falta de transparencia y descoordinación en los mensajes, según afirman sus representantes.
Los productores reclaman a las administraciones públicas que se publiquen los resultados de los programas y de las inspecciones, que se instaure una línea de ayudas para implementar medidas de bioseguridad en las granjas, y que se incentive a los ganaderos que están trabajando para erradicar la tuberculosis.
Por su parte los ganaderos deberían reflexionar, en palabras de sus propios representates, sobre si toman las medidas mínimas a su alcance: ¿hacen cuarentenas al introducir nuevos animales?, ¿tienen pediluvios o vallan los charcos?, ¿suelen rechazar camiones por falta de limpieza?...
Lo único que parece “blanco y en botella” es que en nuestro país el consumo sigue disminuyendo y que las exportaciones, que mantienen viva nuestra producción, podrían correr peligro de no tomarse cuanto antes medidas que contengan el avance de la tuberculosis.
Esperemos que, de una vez por todas, administraciones públicas, ganaderos y veterinarios sean capaces de aunar esfuerzos en pro del bien común, y de trabajar de forma coordinada para detener el avance de esta enfermedad zoonósica en el vacuno de carne extensivo en España.
La situación sanitaria compromete la cofinanciación de los programas de control de esta enfermedad por parte de la UE y lo que es peor aún, pone en serio riesgo las exportaciones españolas.
Así se ha puesto de manifiesto durante una reunión celebrada este miércoles día 19 de octubre en Mérida, organizada por la empresa de salud animal Zoetis y la Junta de Extremadura, y que gha reunido a cerca de 350 profesionales entre ganaderos, veterinarios y representantes de administraciones públicas y universidades.
Bajo el título “Tuberculosis en ganado bovino: situación, perspectivas e impacto de las especies cinegéticas”, el objetivo ha sido acercar posturas y buscar soluciones eficaces para controlar el avance de la tuberculosis en la región.
La consejera de Medio Ambiente y Rural, Políticas Agrarias y Territorio de la Junta de Extremadura, Begoña García, ha defendido la gestión lleva a cabo por la Junta, apoyándose en la evolución positiva de las cifras de prevalencia y destacando el incremento notable de los presupuestos destinados a los programas sanitarios e indemnizaciones, ayudas a la repoblación de explotaciones con vacío sanitario y a la creación de cebaderos comunitarios, primando las explotaciones afectadas.
Sin embargo no pece ser suficiente: así lo demuestra el mapeado comunitario de prevalencia para esta enfermedad, en el que destacan como zonas “calientes” el Sur de España (con un incremento sostenido de los casos detectados desde 2014), Reino Unido y parte de Irlanda. De hecho España, Irlanda, Italia, Portugal, Reino Unido y Austria son los únicos países de la UE que tienen en la actualidad programas de erradicación de tuberculosis aprobados y cofinanciados por la Unión Europea en 2016 con una partida de 62.756.000 €.
Y o nos ponemos las pilas o está claro que nos jugamos esta dotación comunitaria. El objetivo está claro: reducir la presencia de la enfermedad hasta situar la misma por debajo del 2% en 2020, del 1% en 2025, e inferior al 0,1% en 2030. Para ello, tal y como se puso de manifiesto, el sector tiene que ser capaz de comprometerse a todos los niveles con el cumplimiento estricto del Plan Nacional de Erradicación de la tuberculosis, cuestionado por parte de veterinarios y ganaderos ante la puesta en duda de la fiabilidad de las pruebas diagnósticas y la falta de transparencia y descoordinación en los mensajes, según afirman sus representantes.
Los productores reclaman a las administraciones públicas que se publiquen los resultados de los programas y de las inspecciones, que se instaure una línea de ayudas para implementar medidas de bioseguridad en las granjas, y que se incentive a los ganaderos que están trabajando para erradicar la tuberculosis.
Por su parte los ganaderos deberían reflexionar, en palabras de sus propios representates, sobre si toman las medidas mínimas a su alcance: ¿hacen cuarentenas al introducir nuevos animales?, ¿tienen pediluvios o vallan los charcos?, ¿suelen rechazar camiones por falta de limpieza?...
Lo único que parece “blanco y en botella” es que en nuestro país el consumo sigue disminuyendo y que las exportaciones, que mantienen viva nuestra producción, podrían correr peligro de no tomarse cuanto antes medidas que contengan el avance de la tuberculosis.
Esperemos que, de una vez por todas, administraciones públicas, ganaderos y veterinarios sean capaces de aunar esfuerzos en pro del bien común, y de trabajar de forma coordinada para detener el avance de esta enfermedad zoonósica en el vacuno de carne extensivo en España.